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Bodega Tempus Alba: el valor exponencial del terroir en la calidad del Malbec


Se trata de una bodega con fundamento propio y muy bien diferenciada. La genética de la vid, el terroir y el manejo del viñedo, la clave de sus vinos.

Bodega Tempus Alba

El Valor Exponencial del Terroir en la Calidad del Malbec

Por Ana Ricci
4 de Abril de 2011

En la localidad de Coquimbito, Maipú, primera zona vitivinícola argentina, me recibió el Dr. Aldo Biondolillo, enólogo, Doctor en Economía y propietario, junto a su familia de Bodega Tempus Alba, una bodega con fundamento propio y muy bien diferenciada.

Bodega Tempus Alba es una bodega notablemente diferente, y sus vinos también.
La trayectoria de la familia está relacionada a la provisión de uvas y vinos a granel desde hace cinco generaciones, pero no es ese justamente el objetivo que los mueve por estos días y desde hace más de diez años.

Desde el año 2000 Aldo Biondolillo lidera un detallado trabajo de investigación creado, no sólo para diferenciarse en la elaboración de sus vinos, sino también para concretar un aporte a la industria vitivinícola argentina, traducido en algo mucho más complejo que un malbec de alta calidad.

Aldo está totalmente convencido de que la calidad del vino es el resultado de tres componentes: la genética de la vid, el terroir y el manejo del viñedo. Y hacia ello apunta su trabajo.

Genética de la Vid

Con el claro objetivo de desarrollar un programa de selección clonal de malbec comienza en el año 2000 la plantación de un viñedo en la localidad de Maipú con vides traídas de distintas zonas del mapa de Mendoza, previo a la construcción de la bodega que fuera en año 2003. Por un lado no sólo les concedería tener un banco genético representativo del malbec de Mendoza sino por otro disponer de material de estudio de una selección clonal para descartar y llegar, así como lo hicieron, a fines del 2010 con 16 muestras seleccionadas tras un arduo y delicado proceso.


Luego de una primera selección, pudieron extraer una muestra de 589 plantas.  Esta primera selección se realizó teniendo en cuenta valores visuales fieles a la tipicidad de la planta y de la uva de malbec tradicional: vigor, corrimiento, tamaño de la baya, carga por planta, etc.

Las primeras 589 plantas fueron trasplantadas a la Finca La Arbolada, propiedad de la familia, ubicada en la localidad de Anchoris en Lujan de Cuyo.
Año tras año el seguimiento de las plantas fue exhaustivo persiguiendo el fin de amparar únicamente aquellas que fueran propicias y cumplieran con los objetivos propuestos: una uva malbec de alto comportamiento y rendimiento enológico.

Luego de la espera de 3 años (para comenzar a tener producción) comenzaron un proceso muy afinado de selección complementaria a la observación visual: el comportamiento agronómico, es decir, hicieron un monitoreo de cómo se comportaron esas plantas, apuntando a tener en cuenta el posible potencial de calidad enológica. Indicadores y variables, estudios cuantificables, una larga y paciente investigación para entender y aceptar (o descartar) las vides.

Se fijaron un umbral, dependiendo de los valores de la observación, y trazaron una línea de corte por debajo del cual eliminaron todo lo que no estuviera dentro de esa categoría. Un método muy riguroso.
El primer año descartaron el 94% de las plantas, se quedaron con 27 muestras.
Esas 27 plantas calificaron para seguir observando el comportamiento específicamente vitivinícola: catas de uva, análisis físico-químico de uvas con valores proyectables al descube del vino, micro vinificación y cata a ciegas de estos vinos micro vinificados.

Del 2000 al 2007 el programa fue completamente autofinanciado. Ese año consiguieron  un subsidio del Fontar (El Fontar administra recursos de distinto origen y actúa a través de distintos instrumentos, con el objeto de financiar proyectos de empresas, instituciones públicas o privadas destinados a promover la innovación o modernización tecnológica) que les permitió contratar tres profesionales referentes máximos de la industria: Carlos Cattáneo del INTA, Norberto Ricciardi del Laboratorio enológico homónimo y el Ingeniero Ricardo Cirrincione de la Facultad de Ciencias Agrarias, quien aportaría sus conocimientos de la fundamental fase de la multiplicación invitro al proyecto.
En los años de espera desde la plantación hicieron todo el desarrollo para poner a punto el método de micro propagación.
Ya en el 2010 concluyen el programa con 16 muestras seleccionados, ahora en proceso de ser identificados genéticamente.

El Terroir

La apertura del programa se refleja en la intención última de ofrecer la micro propagación invitro de estas muestras (clones) a otras bodegas para luego hacer un intercambio de información, apuntando a conocer cuál es el comportamiento de idénticas plantas en distintos terroir, buscando así, a través de la cooperación, la consolidación del malbec en el mercado global.

En los últimos tres años y luego de varios ensayos de micro vinificación pudieron comparar aisladamente el componente de terroir, y fue allí donde encontraron e identificaron los beneficios de una zona con respecto a otra. Este año se completa esta parte del estudio agregando una tercer zona a las dos anteriores Anchoris y Maipú: Tupungato.

El grupo de investigación pudo demostrar también que los vinos elaborados a partir de uvas seleccionadas y clonadas reflejan una mayor calidad que los elaborados de selección basal, natural.

En diciembre de 2010 demostraron la importancia científica de la selección clonal, pero con clara vigilancia de no llegar a un viñedo monoclonal; expresaron que un blend de clones tiene mejor perfil cualitativo que el de uno monoclon. Cómo lo detectaron? Con varios tipos de análisis físico-químico de los cortes de los clones y con análisis comparativos sensoriales.
Concluyeron que vinificar a partir de un solo clon restringe la variabilidad que naturalmente tiene el malbec.

Actualmente apuntan a consolidar una etapa de apertura del programa, pensada en poner los clones (a valor costo) a disposición de otras bodegas de cualquier punto del país, e ir aumentando así la cantidad y calidad de la información referente a cuánto y cómo se manifiesta el terroir en el vino.

Asimismo el programa ha contratado a Pedro Marchevksy, reconocido y talentoso enólogo e ingeniero agrónomo, para elaborar un manual de manejo de viñedo de uvas malbec, lo que se transformará en el “Protocolo de Manejo de Malbec” a fin de año cuando esté listo.



La Degustación

En la terraza de la bodega hay un restaurant donde se respira vino y pasión. La vista es exclusiva. La bodega recibe casi unas cien personas diarias que sin duda salen de allí con un enorme sentimiento de bienestar.

Comenzamos la degustación con la línea varietales, compuesta de Malbec Rosé, Merlot, Tempranillo, Syrah, Cabernet Sauvignon y Malbec. Un portfolio diversificado.
Todos los varietales han pasado por madera, presente muy templadamente, menos el merlot, dispuesto así para mantener la frescura de la fruta. Todos los varietales muestran una gran tipicidad, un gran común denominador de intensidad aromática, estructura, taninos equilibrados y amabilidad en boca.

El packaging sin duda es algo novedoso, las etiquetas fieles al estilo del vino, son clásicas y modernas a la vez, con un esquema central protagonista que simboliza la tipicidad del varietal, la complejidad aromática y su tanicidad. Un juego interesante.

Ya en un rango superior de calidad probamos Pleno, vino de mayor complejidad, blend de 50% Malbec y 50% Cabernet Sauvignon, de intenso y profundo color rojo y notas negras, reflejadas en el negro de la etiqueta.  Encontramos notas de vainilla y chocolate, provenientes de los quince meses en madera francesa de primer uso. De gran complejidad y a su vez con gran elegancia, aportada por la madurez de los taninos.

Por último catamos Vero, el resultado de la selección de clones de sus mejores vides. Este vino presentó una noble energía, y tonos negros intensos a la vista. En boca alta concentración de carácter sumamente equilibrado. Con increíble capacidad de guarda evolucionó diecisiete meses en barricas de roble francés de primer uso, listo para beberlo hoy como así dentro de unos años. Es un vino de gran contenido sentimental, vínculo entre la primera y la quinta generación, con las impresiones digitales de los tres primeros nietos en el frente de la etiqueta.

Sin duda beber Vero brinda a los integrantes de Tempus Alba la gratificación de haberle dedicado gran tiempo, paciencia, método y conocimiento a la selección clonal.


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