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Malbec: nuevo paradigma y mejores versiones en viñedo

Enólogos de distintas bodegas coinciden en la necesidad de hacer ajustes técnicos y comerciales a la variedad emblemática. Lo que tiene y lo que le falta, su presente y futuro.

Miguel Ángel Flores - mflores@losandes.com.ar
Que llegó la hora de renovar el paradigma del emblema argentino. Que se necesita ajustar la relación precio calidad del malbec, que un rendimiento por encima de los 100 quintales por hectárea no necesariamente va en detrimento de la calidad, que se necesita identificar su terroir (el ADN) para diferenciarlo con mayor valor agregado. Que la dependencia absoluta de un negocio monovarietal indudablemente es un riesgo. Lo que venía escuchándose en voz baja ya es un discurso asumido por enólogos y algunos empresarios.

Son algunas conclusiones que dejó un debate espontáneo, cuya excusa fue analizar y comparar características de algunas selecciones masales de plantas surgidas en plena Primera Zona Vitivinícola, como Agrelo, Perdriel y Gualtallary. Allí, algunos de los más calificados profesionales de algunas, voces autorizadas en la planificación comercial, intercambiaron opiniones sobre la industria, mitos y verdades alrededor del estandarte argentino. Y su presente y futuro en los mercados.

El malbec dejó de ser una moda para instalarse en muchos mercados. Desde esa realidad, los expertos descartan que la saturación esté cerca. “Queda mucho por hacer todavía. Lo que se viene es explotarlo más en los bivarietales y posicionarlo en varios países donde recién dentro de un tiempo tendrá su año 0”, advirtieron.

Pero basta con poner el ojo en el presente para resaltar el peso que tienen los costos internos en la relación precio-calidad. Como lo señala Alejandro Vigil, enólogo líder de Catena Zapata:“El problema de los precios es grave. Sobre todo si se tiene en cuenta que hace cinco años que no se mueven, y que un 67% en promedio está en los u$s 22 la caja. Los premium sólo ocupan un 12%”.

De mitos y realidades
La ocasión fue el workshop organizado por Vivero Mercier, uno de los referentes del medio, para analizar desde el viñedo a la copa el resultado de algunas investigaciones y pruebas de microvinificaciones hechas a base de distintos malbecs cosecha 2010 cercanos al río Mendoza, el área donde fueron dándose las mejores expresiones a partir de su diversidad y considerada óptima para vinos premium y ultrapremium.

La firma obtuvo 10 selecciones masales (fincas o cuarteles seleccionados como representativos de un viñedo) y 8 clones (plantas reproducidas) con mejoras sustanciales, adaptados a diferentes condiciones de suelo, clima y manejo: buena parte de ellos saldrá al mercado entre 2012 y 2013, es decir, antes y después del fin del mundo.

Responsables de distintas bodegas de Luján y Valle de Uco pudieron evaluar 4 selecciones de cepas más resistentes a corrimientos de granos (debilidad genética ante viento zonda o heladas y una de las principales preocupaciones). Uvas de un potencial aromático y colorante superior, que pueden optimizar acidez o concentrar componentes según la fecha de cosecha. Y de un rendimiento estable, entre 100 y 160 quintales, lejos del ideal impuesto de 80.

Mucho se ha dicho y se dirá. Pero este punto, para los especialistas es uno de los mitos a derribar desde el interrogante: ¿cuál es el rango de producción para sostener la calidad? Según Laureano Gómez, ex Salentein, “hay que sincerarse. Se puede mejorar la elaboración a partir de los 160 quintales y también con 80 obtener vinos de alta gama”.

El debate queda abierto. “Las posibilidades son diversas y van más allá de los viveristas; es un trabajo entre todos. Como en un cuadro: ampliar la paleta de colores para que el artista pueda jugar con ellos. Mientras más perfiles tenga el vino, más complejo se volverá”, señalan Cristóbal Sola y Daniel Bergamín, vicepresidente e ingeniero agrónomo de Mercier.

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